sábado, 7 de mayo de 2016

Un concurso no es un concurso

Un concurso no es un concurso
Llegó el momento de decir BASTA

Primero fue el caso de Juan Iñigo Carrera, luego de Roberto Aruj, más próximo el de Claudia Cabrera y ¿finalmente?, el de Silvia Lago Martínez. En todos los casos se trata de profesores de la carrera de Sociología, con dos o más décadas de trabajo docente y con antecedentes más que suficientes para el cargo que concursaron (titulaciones, publicaciones, proyectos de investigación) y que se presentaron a regularizar su cargo después de haberlo ejercido por años.  

Si se aplicara el ya aprobado Convenio Colectivo de Trabajo, hubieran ingresado a la carrera docente y hubieran regularizado los cargos. Docentes que, por otro lado, han sido evaluados una y cien veces con las renovaciones anuales, al presentar sus programas, al presentar sus proyectos, al dictar sus clases, etc. etc. Estos docentes construyeron y ganaron sus cargos con décadas de enseñanza, de producción de materiales didácticos, de investigación y de extensión. Si un concurso fuera solo un concurso –como se dijo en un debate a partir del caso “Iñigo”- no habría dudas: deberían haber revalidado su cargo.

Esto revela, la implementación de una política de concursos que sigue cada vez más una matriz bancomundialista –la que está inscripta en la LES-, de “mediciones bibliométricas”, de “cuantificación” de papeles, títulos vinculados a los rankings Coneau, que promueven la “productividad”, los métodos del “management” vinculados al mercado. En nuestro caso, todo esto se introduce por vía de la “evaluación” con los parámetros del CONICET despreciando la construcción y trayectorias de quienes sostienen desde hace años el dictado, la dirección, el crecimiento y el funcionamiento de las cátedras, y de las investigaciones, y orientaciones vinculadas a ellas, a favor de quienes sobresaturan los ítems de una grilla con criterios que garantizan una reproducción de lo mismo: tantos papers, tantas jornadas, tantas publicaciones con referato y tantos años de gestión.

Esta lógica se apega ciegamente a una credencialización desmesurada y formalista, opuesta a la verdadera autonomía y a la libertad de cátedra. Criterios todos que ya es hora de someter a debate colectivo. Se convalida una decisión también política –y con derivaciones éticas- como la que supone que un docente se inscriba en el concurso del cargo de otro compañero, o que una Secretaria de la Facultad se presente a un cargo de inferior categoría al que ya tiene en funciones en una materia afín.

Lo que sucede con el concurso de Metodología de la Investigación I, II y III de la profesora Silvia Lago Martínez se inscribe en el desarrollo de esta política, donde se valorizan las titulaciones y acreditaciones y que por lo tanto somete a un escrutinio feroz a los docentes de amplia trayectoria. En este caso, además, con el agravante de que el Jurado que actúa en el concurso es en su totalidad externo a la Facultad y en su mayoría proviene de otro campo disciplinar (historia y matemática) donde dictan materias cuyos contenidos son muy disímiles a los de las asignaturas objeto del concurso. Jurados, además, que siquiera leen las “actualizaciones de antecedentes” que se presentan minutos antes de iniciarse el “concurso”; jurados que otorgan puntajes a cargos regulares que no poseen algunas de las postulantes, aun siendo advertidos de tal equívoco; jurados que en más parecieran desconocer el programa que se dicta y su vínculo con la carrera.

¿Seguimos mirando para otro lado –hasta que nos toque o hasta que nos salvemos si fuera el caso- como si solo se tratara de una selección de antecedentes, de cotejo de papeles y cartones, y no de qué perfil docente, de qué cuerpo docente consolidar, de qué carrera de Sociología y Facultad necesitamos y queremos construir? El caso de Silvia Lago Martínez actualiza los anteriores y vuelve a poner en primer lugar del debate la necesidad de la carrera docente, el derecho a la estabilidad de quienes fueron evaluados no por grillas sino por los estudiantes, los graduados que se formaron e integraron sus equipos de cátedra o inician sus estudios de posgrado.

Nos pronunciamos por la regularización de todos estos docentes. Por el cese de todo llamado a concurso de renovación –propiamente dicho o de hecho- que no se convoque sobre la base del respeto a la carrera docente y el desempeño en el cargo. Por el más amplio debate para implementar la carrera docente y el Convenio Colectivo de Trabajo. Y reclamamos que no se convaliden estos “concursos” biométricos.

Llamamos a toda la comunidad a pronunciarse abiertamente contra una política que, en lugar de proteger a los docentes que sostienen la Facultad -¿y qué otra cosa es una Facultad si no sus docentes y estudiantes y no docentes?-, los expulsa con el sencillo expediente de unas carillas escritas a las apuradas bajo el título de Dictamen.

Lista de Izquierda
Docentes de la carrera de Sociología
 
27/04/2016

4 comentarios:

  1. Un concurso absolutamente arbitrario, con un Jurado, a excepción de la única integrante femenina, que no se encuentra a la altura de las circunstancias, con falta de méritos para evaluar a un profesor de un concurso de Metodología de la Investigación I, II y III. Son tres metodológicas, tienen un nivel de profundidad que pocas carreras la contemplan. Quien evalúe a un profesor para el dictado de esta materia debe tener antecedentes en la disciplina que supere al evaluado. No fue así en este concurso, viciado de irregularidades que se vislumbran en el dictamen. Mirta Mauro

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  2. Una vergüenza!! Basta de concursos truchos

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  3. Expreso mi indiganación por lo ocurrido. Y envío mi solidaridad

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  4. Expreso mi indiganación por lo ocurrido. Y envío mi solidaridad

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